Misma erupción, resultados diferentes: El estallido del Vesubio en Herculano fue un marcado contraste con sus consecuencias en Pompeya. En Herculano, una nube de escombros que se supone que data del año 815℃ envolvió la ciudad en una oleada piroclástica. Barro, gas y ceniza caliente se precipitaron hacia Herculano. Sucesivos flujos piroclásticos como éste cubrieron la ciudad de capas de ceniza, envolviéndolo todo a su paso. En cuestión de minutos, la vida se paralizó. Paradójicamente, los flujos piroclásticos que apagaron la vida de Herculano también propiciaron su increíble conservación, ya que algunas estructuras quedaron enterradas a la altura de un edificio de tres plantas.
Mientras que en Pompeya la gente fue asfixiada por la ceniza y las piedras pómez, y algunos cuerpos acabaron sepultados en moldes por la ceniza calcificada, en Herculano sólo quedaron esqueletos.